A lo largo de los años se han ido introduciendo cambios, trasformaciones y adaptaciones en el sistema educativo, así de ese modo poder contar con una red educativa de calidad desde una perspectiva inclusiva, donde todos los niños tengan acceso a un aprendizaje digno y de calidad.
En nuestro currículum faltan aún muchas modificaciones, o mejor dicho, adaptaciones. Porque la educación inclusiva supone un modelo de educación que pretende atender a las necesidades de todos los niños y niñas, jóvenes y adultos, considerando especialmente aquellos casos en los que puede existir un riesgo de exclusión social.
A día de hoy, tanto en nuestros centros, como en el entorno social de los niños/as, este enfoque educativo no se ve reflejado:
Según Núñez (2013) “La calidad de la enseñanza depende de la política educativa, de la organización y funcionamiento del centro, contexto social y familiar… pero, principalmente, de la actividad de los alumnos en el aula, en el centro y en el entorno” (p.2).
Los profesores y los padres no van coordinados para trabajar las necesidades educativas y que pueden presentar estos niños/as, y tampoco potencian las habilidades de cada uno de ellos.
Tanto el entorno familiar, como el entorno educativo, piensa en una inclusión educativa colectiva (que tenemos que destacar que esta es muy importante), pero el primer paso que se debe dar es una inclusión educativa individual, es decir, adaptar el programa a cada niño/a para ayudar a paliar su necesidad, ya que de ese modo se sentirá seguro e integrado.
Es muy probable que cuando nombramos el término necesidad, se pueda interpretar de forma despectiva como exclusión, pero la intención de este artículo es partir de la teoría que trata de las inteligencias múltiples. Donde a partir del trabajo del autor Gardner en su obra Frames of Mind (1983), Ramírez y Ramírez (2018) concluyo que se puede identificar el tipo de inteligencia de una persona, lo que eso permitiría reconocer el área donde este tendría un mejor aprendizaje. De ese modo, Gardner dio una visión a estos autores donde mostraba la inteligencia como un conjunto de capacidades independientes pero relacionadas entre sí.
Si desde el sistema educativo y el entorno más próximo al niño/a fomentáramos de manera individual sus habilidades y trabajáramos sus necesidades de forma conjunta los dos agentes, lograríamos una plena inclusión sin la necesidad de etiquetar o buscar explicaciones a una problemática que es inexistente. Solo sería necesario para completar con éxito el trabajo educativo una adaptación curricular adecuada al alumnado.
“La educación es el arma más poderosa que puede cambiar el mundo”
Nelson Mandela
[1] Fernán Nuñez, miembro del departamento de formación, evaluación e innovación del IES Francisco Ríos de Córdoba.
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