Enero de 1979, plena Transición y auge de la lucha de clases en el Estado Español. En el País Valenciano, como en Cataluña y Euskadi el movimiento obrero y el nacionalismo luchaban juntos por las libertades. Aquí, en el País Valenciano, el socialismo (en cuya dirección se encontraban el Presidente J. L. Albiñana y Joan Pastor) recorrían los pueblos para conseguir el Estatuto por la vía del 151. Es en esa misma época que otra izquierda, junto a independientes, intentaba conseguir la unidad (recuerdo que fundamentalmente esto se producía en la Safor y en Castellón)
En enero de 1979 esta izquierda, después de negociaciones y dejando de lado intereses particulares, conseguía formar una candidatura electoral: Esquerra Independent de Castelló (EIC). EIC (que fue el embrión de lo que sería EU y más tarde el Bloc) fue una coalición electoral de Partidos de Izquierdas como el POUM (Ricard Colom), el PSAN (Toni Royo) o la LCR, junto a nacionalista (Vicent Pitarch) o Independientes que provenía del MC, BR, o la OIC. Esta candidatura electoral en las elecciones de 1979 consiguió 2 concejales en la ciudad de Castellón y permitió que en aquel año gracias a estos dos concejales y a los dos que consiguió el PCE ocupara la Alcaldía de Castellón el socialista Jose Luis Tirado. EIC fue una alianza electoral donde nacionalismo y movimiento obrero intentaron dar un ejemplo de convivencia entre distintas sensibilidades que tenían como objetivo la libertad y el Estatuto de Autonomía. Precisamente en abril de 1982 hubo una de las mayores manifestaciones conocidas en Castellón reivindicando las libertades nacionales. Lo que vino poco después de todos es conocido. Albiñana y Joan Pastor son sustituidos por Joan Lerma. La vía del 151 desaparece y después de la LOAPA la Generalitat pasa a manos de la UCD y se sustituye la vía del 151 por la vía del 143. Con lo que de nuevo el nacionalismo periférico se convierte en dependiente.
Valga este inciso histórico para afirmar que España existen dos sensibilidades que hasta el momento han sido antagónicas, por un lado, un nacionalismo esencialista, centralista y autoritario, y por otro el nacionalismo periférico. Xavier Domenech en su libro "Un haz de naciones" realiza un recorrido alrededor del conflicto entre estas dos concepciones a lo largo de la historia. Hay una cosa fundamental que comparto con el autor y es la de que no se puede hablar de nación hasta la aparición del Estado-nación. No se puede hablar de nación como algo que existe desde la eternidad, cosa que realiza el nacionalismo esencialista, que tiene su Biblia en las tesis del Filósofo Gustavo Bueno (España frente a Europa). El Estado-nación español aparece con el capitalismo y con la entrada de los Borbones. Frente al nacionalismo esencialista que afirma que ya con los Romanos España existía, olvidándose de que aquellos hablaban de las Hispanias. Podríamos aceptar en una buena fecha podría ser 1492 con la Conquista de Granada; pero en dicha fecha no solo existía el Reino de Castilla y, por otra parte, Aragón prefirió extenderse hacia el Mediterráneo. Pero además, a partir de la entrada de los Borbones, que acabaron con las libertades de los nacionalismos periféricos, no podemos hablar de nacionalidades. Pero será, sobre todo, a partir de la revolución de 1848 cuando el problema nacional surge en toda Europa. Los escritos de Marx y Engels de aquella época nos describen bien dichas revoluciones y el papel de las distintas naciones que lucha por su libertad (el papel de los eslavos, rusos). Nacionalidades que buscaban “su” Estado. Pero el estudio del marxismo de aquella época tenía siempre el mismo principio: la perspectiva del proletariado; para profundizar recomiendo el libro de Roman Rosdolsky, Friedrich Engels et les peubles “sans histoire”.
Pueblos sin estado, más bien que sin historia, es lo que significa el nacionalismo periférico en el Estado Español. Un nacionalismo que desde el siglo XIX lucha por una España Federal. Se ha hablado mucho sobre los principios del nacionalismo, y sobre el derecho a la autodeterminación. Un derecho que aparece cuando dos Imperios se deshacen tras la Primera Guerra Mundial. Es entonces cuando la organización de la primera Liga mundial de naciones, la Sociedad de Naciones, comienza a adquirir relevancia dicho principio. Principio que es respaldado por el liberalismo, el marxismo leninismo (Lenin), el socialismo y el nacionalismo.
Claramente en 1918 W. Wilson (presidente de los EE. UU.) propuso en un discurso ante el Congreso catorce puntos que debían guiar la reconstrucción Europea. Y es en el quinto punto donde busca una solución de “compromiso” al reconocer el problema colonial. Por tanto, defendió la aplicación del principio de las nacionalidades, fundamentalmente para la Europa del Este (Yugoslavia y Checoslovaquia), permitiendo a la vez el resurgimiento de Polonia. Casualidades de la vida, que a finales del Siglo XX nos encontramos con el mismo escenario al desintegrarse la Yugoslavia de Tito o la URSS; momento que de nuevo la burguesía internacional sí que defendió el “derecho a la autodeterminación”. Pero esto es historia que trataremos más adelante.
Para terminar esta primera parte sobre el problema nacional, decir que además del “derecho a la autodeterminación” se puede dar otra postura. Y es la que desarrolló el marxista Otto Bauer en "La questión des nationalités". En este impresionante estudio publicado en 1907, el dirigente socialdemócrata se basa en un estudio exhaustivo que va desde la época del comunismo primitivo hasta nuestros días para desarrollar el principio de autonomía, que es el que va a recoger la socialdemocracia en la actualidad. (Continuará).
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