En esta declaración encontramos el verdadero “patriotismo” de nuestra ultraderecha, que viene a significar un nativismo profundo en su concepción que pretende preservar la raza de nuestra hispanidad. Pero, ¿qué hay detrás de esta filosofía política? ¿De qué nación se nos está hablando? ¿Cuál es nuestra Patria? Castilla (la vieja) o bien es un Estado donde conviven distintas sensibilidades nacionales. O por hablar con la terminología del “austromarxista” Otto Bauer estamos hablando de las distintas culturas que se encuentra en el Reino de España. La verdad es que nuestra derecha (aquella que era democrática) nunca creyó en el Estado de las Autonomías (no olvidar que esa derecha votó en contra o se abstuvo a la Carta Magna) Dicha derecha al final acepto el consenso constitucional a regañadientes.
Aquella derecha que pacto nuestra Constitución tenía nostalgia del nacionalcatolicismo (el más radical de todos ellos fue el único diputado de Fuerza Nueva, siempre reivindicando a Cristo Rey. Pero esa derecha posfranquista y que abrazaba la democracia intentó respetar el consenso, cosa que conseguiría menos en la cuestión nacional. El nacionalcatolicismo fue desapareciendo, pero nos dejó y ha vuelto a aparecer también en la derecha del consenso, sobre todo con la aparición de VOX. Un nacionalismo que siempre estuvo presente, pues como nos dice Xosé Manuel Núñez: “la persistencia del pensamiento nacionalcatólico corrió paralela a la insistencia en una idealizada nostalgia del pasado, tanto del reciente —la dictadura franquista— como de las edades de oro pretéritas (el imperio español de los siglos XVI y XVII, la hermandad espiritual con Latinoamérica) juntamente con una retórica oposición a Europa….”
El problema nos estalla en la cara a partir de que se rompe el “consenso constitucional” (que defendemos que se rompió a partir de los Atentados de Atocha, no por el atentado que fue perpetrado por el islamismo radical, sino porque aquella derecha nunca perdonó las consecuencias de su “gran mentira”). Pero ya antes, a raíz de la derrota del estalinismo (y la desintegración de Yugoslavia) aparece de nuevo el problema nacional en Europa; la UE los EE. UU. comienzan a utilizar el “derecho a la autodeterminación” en los países donde les interesaba, que coincidían con los Estados Multinacionales del antiguo bloque estalinista. Sin embargo, en España se va construyendo una concepción “esencialista” de la nación española. Es la época en que aparece DENAES , donde colaboran Santiago Abascal y el filósofo Gustavo Bueno. Es aquí donde se sientan las bases de un nacionalismo autoritario. No olvidar que por esta época se publica (1999) la obra fundante de dicho nacionalismo “esencialista” (España contra Europa) que supondría al fin y al cabo una controversia profunda dentro de la “Escuela de Filosofía de Oviedo”. En dicho libro, Gustavo Bueno frente a la Europa de Lutero, Calvino o la misma Ilustración se inclina a defender/ teorizar un ego católico que acabaría por recoger nuestra ultraderecha.
Este ego católico se olvidará, en su concepción de Hispania, de la Escuela de Salamanca y principalmente de Bartolomé de las Casas (personaje olvidado por la ultraderecha española). Durante esta misma época un Filósofo del Sur (Enrique Dussel) defiende precisamente dicha escuela y el debate que hubo sobre los indios, inclinándose por Bartolomé frente al catolicismo de Sepúveda. Todo lo contrario que aquellos que se inclinan por el ego católico. Pero es que al mismo tiempo dicho ego católico se olvida de la Constitución de 1812 y todo lo que vino después, que no fue otra cosa que el intento de que consiguiera la hegemonía una clase como la burguesa, pero el proyecto burgués no pudo acabar con el Antiguo Régimen. Por tanto, lo que se reivindica por parte de este ego católico es la Hispania como algo que es anterior a la “modernidad”. Una modernidad que representa la Ilustración y el subjetivismo del cogito cartesiano, que no es más que una “reelaboración” de la escolástica española, particularmente Suárez. Lo que se reivindica es el Imperio y sobre todo la “monarquía católica” de Isabel y Fernando.
La ultraderecha española que es católica, defiende ese ego católico y a partir de ahí construye un nacionalismo nativista que postula en su noción de Hispania. Pero no podemos olvidar que el concepto de Hispania que aparece a finales del XIX y principio del XX ante la perdida de Cuba, tuvo diversas interpretaciones que pudieran ser consideradas como liberales, pero que tienen muy poco que ver con la Hispania que teoriza VOX Pues esta ultraderecha parte de un nacionalismo nativista que la entronca con la ultraderecha europea y latinoamericana que niega el globalismo y propugna cierto patriotismo. Enfrenta patria a globalismo y la apelación ahistórica a un nacionalismo esencialista le permite construir una nueva épica. Por otra parte, dicha negación del globalismo conlleva la construcción del nacionalismo nativista que enfrenta al nativo con el emigrante. Es una vuelta a la tradición para “forjar la unidad y la grandeza de España”. Al fin de cuentas nos encontramos con una “fabulación” que le va bien para esa Hispania que se quiere construir frente al enemigo; se llame este globalismo, Europa o “nacionalismo periférico”, Pero sobre esta Hispania volveremos en otro momento.
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