Con nobleza y valentía mil batallas ha librado
contra fieros enemigos, legión indomable de satánicas sombrías
con conciertos melodiosos de acentos enardecidos,
su valerosa azada en mágica armonía, al fin fue alzada la victoria
al recinto dio brillo con olor a misterio de pasión y,
las esencias de las gracias al olvidado jardín perfumaron.
¡Qué gran jardinero! Si tuviese un gran señor
inundado de bendiciones y negras soledades,
jardín del calvario de dolorosa muerte y resurrección
de fervoroso recogimiento que por la fe fue recreado
¡Fiel jardinero! De alma entristecida en hondo desconsuelo
la flauta y el tambor le anuncian la cruz dolorosa del otoño.
Por las sendas jardineras, tranquilo, noble y reposado
el jardinero, todo coraje, navega con pesadas angustias y majestad callada
su azada que ayer fue orgullo y gloria hoy es una antorcha que se apaga
y al jardín esparce sus últimas cenizas.
El jardinero se está quedando sin jardín y el jardín sin jardinero
ambos bendecidos, hacia los altos buenos cielos, avanzan.
Su amoroso proceder de noble gentileza fue espléndido y glorioso
pero sus tortuosos andares ya no son cascadas de armonía
aunque su piedad y honor están intactos,
su servicial frente erguida y gallarda
con aroma a corazón fresco y honrado, ya busca
con faz llorosa el regazo del tierno jardín, la eternidad de todos los instantes.
El jardinero sus ojos agita con cien resplandores
cuajado de lágrimas que le sirven de alimento
en curar sus atribuladas melancolías
ahuyentar sus espinas y coger fuerza en la ternura
conservar las perlas de su jardín con aquel desamparo
que en tiempos de soledad y sequía con gruesos lagrimones riega.
El jardinero de los cielos, borda de vistosas flores, sus sueños
con el corazón palpitante, mirada levantada al cielo
las manos enlazadas con visión gloriosa, implora
que las oscuras sombras no aceleren sus pasos.
Los cielos se emocionan de alegría, se enternezcan con sus penas
y… recuperar su mágica azada de grandes rosarios de amores.
COMENTARIS
Per a comentar cal iniciar sessió