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SOCIETAT

El estado de los cuidadores de personas

Laura Napoleón Paniagua

1 d’agost de 2024, a les 7:00:00

La figura del cuidador Según señala el Libro Blanco de la Dependencia (IMSERSO, 2005), se encuadra en el paradigma del modelo de bienestar “familista”, según el cual las políticas públicas dan por supuesto que las familias deben asumir la provisión de bienestar a sus miembros, sin que por parte de los mecanismos protectores se dediquen apenas prestaciones a las familias. 


El cuidado de una persona mayor en situación de dependencia implica tareas múltiples y diversas, en constante cambio, con frecuencia de larga duración, y con una gran carga emocional, ya que no es fácil para el cuidador ver el deterioro de un ser querido. Por todo ello, no es infrecuente encontrar en los cuidadores cierta ambivalencia emocional, pues, por un lado, sienten que están cumpliendo con una obligación moral, pero al mismo tiempo sienten que lo hacen a costa de su propio desarrollo personal y profesional. El cuidado de personas dependientes, y en particular el cuidado de personas con demencia, se ha venido considerando como una situación de estrés crónico.


Así, el cuidado aparece en un determinado contexto, y con unos antecedentes concretos, que van a afectar a la vivencia del mismo. Se incluyen aquí aspectos tales como las características socioeconómicas, la historia personal del cuidador, la disponibilidad de ayudas y recursos, la composición y red familiar, … y que en muchos casos son previos a la propia situación de cuidado, si bien proporcionar el marco de referencia de esta, aparecen los agentes estresantes, que pueden ser de dos tipos:


Por un lado, estarían los estresores primarios, esto es, aquellos que están directamente ligados a la actividad de ser cuidador (ej. los problemas de memoria y conducta del mayor, su deterioro cognitivo, su incapacidad funcional, … que pueden requerir vigilancia continua, asistencia para la higiene personal, disgusto ante el desempeño de determinadas tareas como las relacionadas con la higiene, frustración ante el constante olvido de su nombre por parte de la persona mayor.


Por otro lado, están los estresores secundarios, que afectan a otras áreas de la vida del cuidador. Son aquellos estresores que están relacionados con otras áreas distintas del propio cuidado, pero que son generados o que se ven incrementados por el hecho de ser cuidador. Muchos de estos estresores tienen que ver con el desempeño de los distintos roles que el cuidador tiene aparte del de cuidador (familiar, social, laboral, …). Hay que tener en cuenta que las necesidades de un cuidador dado no son constantes a lo largo de todo el proceso del cuidado, y que generalmente van aumentando a medida que el deterioro del paciente progresa. Por ello, antes de intervenir es preciso identificar las necesidades específicas de un determinado cuidador en un momento dado, e ir reevaluándolas a lo largo del tiempo.

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