Con la faz del puro ensueño
día y noche soñaba con el sillón del señorío,
con el corazón de aromas henchido
bien erguido de semblante triunfador
en castillo de buena sombra, desfilar
entre antorchas perfumadas de cantos celestiales.
Volando en el mundo mágico de los cielos,
envuelto en misteriosos túneles de sueños
le aparecían las luces de la paz y los amores.
Con la sonrisa blanca de la magnolia de la virtud,
esparciendo iba prolíficas enseñanzas
en viejos pergaminos que llevaban a la salvación.
El señor, todo enigma, su voluntad
le hace salir de la sombra oculto
a conquistar un palacio de tesoros escondidos,
su silencio a profanar ordena,
presuroso a tal misión se empeña y
el bullicio del pueblo empieza a conocer.
Con aires vencedores, en barco a la deriva
sin el dulce halago de los vientos
sin la partitura de los mares
sin el rigor de la buena marinería
en alfombras de arenas encantadas, desembarcar, no podía
ni arribar a puerto de vivas vociferantes.
Su caminar de dulces andares, nos alegra
con la suavidad del ala del pájaro, atiende
siempre presto, educado y apuesto
su cálida mano ofrece
sus buenos granos esparce,
nos reconforta, pero… nada llega.
Y… Sin abrir senderos en las mentes
no habrá bellos chopos de halagador ramaje
fragancia en los jazmines en flor,
calores luminosos en nobles hogares,
melodiosos jardines con alma de bien
en bancos de felices jubilados.
No se puede muchos años desaparecido estar
con confusos aromas y colores, de la nada salir
en multitud de sórdidas luces nocturnas
de rostros siniestros, atormentar las tradiciones
en horrendo maltratar cerebros y pasiones,
aterrorizar inocentes reos y… triunfar.
En el templo del poder, sus aceros cruza valor
con tormentos transitar, angustiosa soledad exhibe
aunque lejanos, los festines populares sin freno ni decoro,
el mago con las buenas artes del que mucho sabe
le recuerda, en desbordados pinos, el tamaño de las copas, y le quita la razón
la alcaldesa, en mirada airada, de pecho herido, levanta la sesión... sin fin.
Jamás pudo pensar en su amoroso soñar
que los sueños no alcanzan hermosas estancias
las sonrisas, a veces, son sendas traidoras
las voluntades siempre a sus razones atienden
y... que sus ojos vivos enflaquecieran de tristezas
y… perdiera su acogedora sonrisa del pájaro al nido
Su mirada alzada de la noche al cielo
ardientes oraciones piedad imploran
por los mil fallidos besos viajeros, de sus labios soñadores
por las grandes sinfonías de paces y peces sin repartir.
lejanas trompetas apocalípticas le atormentan:
la misión no ha sido cumplida.
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